viernes, 18 de noviembre de 2011

We're down the super highway all alone

Durante unos años, fui total y absolutamente pesimista con los músicos de mi generación. Lo mejor estaba hecho, es imposible mejorar lo que tenemos ya, nunca va a volver a haber unos Led Zeppelin... Salían grupos nuevos de rock que para muchos críticos eran considerados la panacea y la resurrección por entonces: los Strokes, Jet, los Killers (puaj), pero eso a mi no me convencía en absoluto.
En fin, obviamente, hay cosas que sigo pensando que son insuperables. Pero cuando dejé de pensar en el pasado, cuando realmente me quité la idea de no escuchar algo que no fuera más alla de los noventa, fue cuando me encontré con Cherry Valence, cuyo primer disco, el homónimo, era un cóctel explosivo de toda esa música que yo consideraba insuperable. Y si lo pensamos, el garage de los 60 también fue una amalgama de muchos estilos posteriores. ¿Por qué ahora no iba a poder hacerse lo mismo?



Cherry Valence


El homónimo de Cherry Valence me convenció al instante: reminiscencias de grupos de hard rock tan potentes como AC/DC o guitarras electrificantes, la agresividad y la brutalidad de grupos como los Stooges o MC5, esas dos baterías que ¡dios! no inventan nada pero suenan tan bien!

Pero el verdadero descubrimiento fue In the Red Records, una pequeña discográfica de LA creada en 1991, que me demostró que el rock no había muerto, que se siguen haciendo cosas buenas. Que la escena del garage revival es prolífica y hay conciertos de calidad en todo momento, más allá de los pusilánimes que nos vendían como "rock alternativo" del nuevo milenio. Black Lips, Reigning Sound, los Strange Boys, King Khan & BBQ Show...

Lo que más miedo me daba era no poder ir a conciertos. Discos, tengo montones, y con internet tengo acceso a todo lo que quiera. Viviendo en Madrid, de vez en cuando hay conciertos guays, pero no tantos como me gustaría, y por eso me fastidió tanto que muriera Jay Reatard, con apenas treinta años, hace casi dos (mi frustración se ve aqui, cuando mi blog era sólo un diario de mesa de noche). Pero yo ya había visto a mi obsesión por entonces: los Black Lips, justo aqui, en Madrid. Un conciertazo, del cual yo sólo esperaba como una fangirl que aparecieran los Black Lips (y por ello no fui capaz de disfrutar plenamente el momento cuando apareció repentinamente el cantante de los Saicos y se puso a cantar Demolición con Wau y los Arghhhs)



El futuro de los rock n rollers


Y es que siempre que escuchaba a los Black Lips pensaba: wow! hijos de los Nuggets. Pensabas en los Sonics, en los Monks, en 13th Floor Elevators, en los Seeds, incluso en The Fall... pero aun así tenían un sonido peculiar que les hacía diferentes. Riffs incansables de tres notas que se repiten una y otra vez, una voz desganada y en ocasiones, insoportable (en el buen sentido), dejes psicodélicos. El garage más primitivo y agresivo parecía revisitado por ellos.

Lo curioso de todo esto, es que justo la semana pasada, Al y yo nos hicimos con el genial recopilatorio Back From The Grave, de garage. Al escuchar las canciones aluciné, y pensé: es que esto suena exactamente igual que lo mejor que han hecho los Black Lips (es decir, dos discos, muy destacadamente el Let it Bloom). Misma voz, mismos riffs repetitivos, mismas influencias. Ya no es que suenen directamente "influenciados por...", los Alarm Clocks han vuelto del pasado reencarnados en los Black Lips.

Ya sea por pretensiones de enfocar sus miras hacia un público más amplio o por el éxito que han cosechado poco a poco más alla de su Atlanta natal, el hecho es que todo aquello que prometían en sus primeros discos se ha ido desvaneciendo. Los primeros discos, más oscuros y experimentales que los otros, suponían un buen comienzo. Pero es el Let it Bloom para mi el mejor disco de ellos (y uno de mis preferidos de todos los tiempos).
Y lo que perdieron en autenticidad lo ganaron en accesibilidad, que fue aumentando conforme sacaban discos (y que religiosamente yo iba comprando a precios estratosféricos, como no), y así como el Good Bad Not Evil o el 200 Million Thousand tienen canciones buenas y dignas de escuchar, al menos - como Drugs o Short Fuse -, se han alejado poco a poco de sus raíces (en definitiva: han dejado de copiar tanto y tan explícitamente), y han perdido lo mejor que tenían. Y puede que parezca que estoy dejándolos fatal, pero todo lo contrario: no sólo me encantan, sino que el concierto del que hablaba antes fue de los mejores momentos de mi vida: los directos son fantásticos, incendiarios, bestiales pero serios. Da gusto verlos.

Y es que además, ¿qué más da que no inventen nada? Hay un grupo de nuestro milenio que aparece por España, sus miembros tienen apenas unos años más que yo, que dan conciertos brutales, que son divertidos, y tienen rabia, y que en el fondo, tocan la música que a mi me gusta, porque a ellos son los primeros a los que les gusta esa música. Así que, ¡todos a disfrutar de su autodenominado "flower punk"!

jueves, 10 de noviembre de 2011

Keep an eye on the star

Hace poco más de dos años, Big Star dieron su último concierto en España, concretamente en Málaga. Es cierto que de la formación original sólo estaban el batería Jody Stephens y Alex Chilton, pero merecía la pena ver a Alex Chilton por primera (y en este caso, última) vez y escuchar los temas más míticos de una de mis bandas preferidas.
Pero por varias razones, siendo la más importante que tenía la expectativa casi asegurada de que volvería a verlos más adelante (hey! aun son jóvenes!), acabé perdiéndomelo. Cuando menos de un año después murió Alex Chilton no podía creermelo, vaya error había cometido. Y además, es que en un periodo de tres meses habían muerto el prometedor y jovencísimo Jay Reatard y Chilton. Poco después, y en el mismo año, moriría el bajista de Big Star, Andy Hummel. Todo un palo a la escena rockera en auge de Memphis.


Y aqui otra vez estamos ante la misma historia. Ineptitud de las discográficas o un sonido que no vendía en 1972, la inestabilidad de los líderes del grupo, son las causas más nombradas que posiblemente hicieran que en su momento no gozaran de todo el reconocimiento que ahora tienen, porque como pasa muy a menudo, fue posteriormente cuando lo obtuvieron, convirtiéndose en una banda de culto y en uno de los grupos esenciales para todo aquel que se adentra en la aventura del power pop.





En 1972, Big Star sacaron el primer disco de la banda, 1st record, uno de mis discos preferidos y que desde el primer momento me enganchó. Alex Chilton, que había estado en el grupo blue-eyed soul The Box Tops, que sacó el hit "The Letter", cambiaba de registro vocal totalmente, así como de estilo. 1st record es el disco, el nivel de sensibilidad que tiene es altísimo. Melodías y riffs simples, pero efectivos (como Feel o When my baby's beside me), baladas preciosas (Thirteen a estas alturas me sigue pareciendo de las canciones más bellas que he oido en mi vida). En su conjunto es perfecto, es una joya del pop. Desprende una magia que para mi es muy difícil de explicar. Tras el fracaso comercial del 1st Record, el atormentado Chris Bell dejó el grupo.


En 1974 salió a la luz Radio City. Es más rockero, más duro, que el 1st record, pero un peldaño por debajo de éste, con grandes momentos aun así: temas como la enérgica O my Soul, (que siempre me ha recordado a The Song Remains the Same de Led Zeppelin), You Get what you Deserve, o September Gurls, uno de los mejores temas de Big Star, que podría haber sido un éxito si les hubiera pillado en otra época. O I'm in love with a Girl, el mejor ejemplo de que menos es más. Creo que una producción mejor habría hecho que este disco tuviera más exito: hay temas a los que les falta algo, pero que parecen tener un potencial no explotado al completo. La ausencia de Chris Bell, cuyo talento se observa principalmente en su disco en solitario, I am the Cosmos. Un disco íntimo y trágico, en el que su capacidad creativa y sus demonios se hace visible sobre todo en cuatro o cinco temas que son brillantes. Definitivamente, la marcha de Chris Bell había hecho daño a la banda.



Big Star - Third/Sisters Lovers (1974)



A finales de 1974 ya sólo quedaban Alex Chilton y el batería, Jody Stephens. Sacaron el disco Third/Sister Lovers, que pone fin al legado de la banda. Si el 1st record y Radio City entran practicamente solos en nuestro sistema sensitivo, el Alex Chilton más anárquico y anti-comercial hace que al escuchar este disco por primera vez nos sintamos totalmente desubicados. No es sólo un cambio de orientación, porque Third sigue sonando a Big Star, se nota aun que son ellos. Kizza Me es una declaración de intenciones, con ese piano histriónico y caótico. La agresividad de Chilton, quizá hasta su frustración está patente. Y es que a Kizza Me le sigue Thank you Friends, una de las canciones más amigables, valga la redundancia, y facilonas de Big Star. Jesus Christ también sigue esta linea, uno de mis cortes preferidos del disco. Temas como estos revelan claramente la influencia de Big Star en grupos como The Shins o REM.
Y luego, están los temas absolutamente deprimentes, como Nature Boy, Dream Lover o muy en especial Holocaust. Kangaroo es otro tema caótico y hasta perturbador, me recuerda a Can't get you Out of my Mind de la ELO. La versión de Till the End of the Day marca bastante diferencia con el resto del disco, es el corte más rockero y duro, en contraste con la sosilla versión de Femme Fatale.
Es el trabajo más anti-convencional de Big Star, y probablemente ese era el efecto que el Alex Chilton más experimental (que volvería en su carrera en solitario) quería conseguir. El resultado final puede resultar incoherente para algunos, para otros puede resultar brillante. A mi me hicieron falta bastantes escuchas para desvincular mi idea inicial de lo que eran Big Star en sus primeros discos. Una vez hecho esto, me resultó más facil encontrarle al disco todos los matices y ver el genio de Big Star. Un final apoteósico para una carrera demasiado corta.

viernes, 4 de noviembre de 2011

If only God knew...

A veces pasa, que descubriendo a los grupos, indagando, te llevas sorpresas de lo más gratificantes. Me ha pasado varias veces: vas con un boceto mental de lo que te vas a esperar. Lees: "Love son un grupo importantísimo de rock psicodélico, o garage; ha influenciado a grupos como a los Doors" y dices "wow, tengo que escucharlo". Escuchas Seven and seven is, alucinas en colores porque te acabas de enamorar y necesitas más. Entonces, te haces con su disco más famoso, que es el Forever Changes y que no tiene nada que ver con aquello con aquella canción por la que quisiste saber más de ellos. Es más, que no tiene nada, pero nada que ver con nada de lo que hayas escuchado nunca. Es más o menos lo mismo que pasa cuando conoces a alguien especial. Al principio es alguien guay, sí, con quien puedes tomarte una cerveza un viernes por la noche y reirte de vez en cuando - no esperas nada más alla hasta que BOOM! Interconexión cósmica.


Pues sí, a veces pasa. El Forever Changes es el ejemplo paradigmático, pero el Pet Sounds de los Beach Boys no se queda atrás.




The Beach Boys - Pet Sounds (1966)



Después de años viviendo en Madrid, siempre que digo que vengo de Tenerife me dicen: "habrás tenido que comprar abrigos ¿no?", o algo por el estilo. Más o menos sentí algo parecido cuando escuché este disco por primera vez. Nunca en mi vida me habría imaginado un disco de los Beach Boys, a los que apenas conocía, tan melancólico, otoñal. No oscuro, porque no creo que lo sea. Pero desde luego, no tan alegre o jovial como lo que imaginaba que iba a encontrar después de escuchar el veraniego Surfin' USA. No sé, tenía la ingenua idea de que toda su discografía iba a ser de ese estilo. Pero en fin, en Tenerife también usamos abrigos.

A todas estas, tengo que decir que el Surf Rock no es lo mío. Hay algunas canciones que me gustan, pero me aburre enseguida. Por eso cogí el Pet Sounds con otra predisposición. Por otra parte, predisposición propiciada por la ignorancia, porque aunque el Surfin' USA y el Surfin' Safari no me digan mucho, el Today! me parece un discazo, y va algo más alla del Surf tradicional que me deja bastante fría.

Pues bien, este Pet Sounds, respuesta de un fascinado Brian Wilson hacia el Rubber Soul de los Beatles, acabó siendo en parte una gran influencia del posterior Sgt. Peppers Lonely Hearts Club Band. Así de grande.

El Pet Sounds es un disco capaz de todo. De la alegría, la inocencia y la esperanza de Wouldn't it be Nice a la acritud y el desencanto total que puede haber en un relación, como en Here Today. Here Today es un hachazo brutal a la concepción idealista en una pareja que está empezando y en la que todo es felicidad "Right now you think that she's perfection, this time is really an exception" al desengaño (y al engaño) "But I'm the guy she left before you found her". Increíble.

Si veis el proceso de creación de You Still Believe in Me (hay varios videos en youtube, por si os interesa), alucinaréis con la capacidad de dirigir y crear de Brian Wilson. Hay un clavicordio, varios clarinetes, saxofones... y hasta un timbre de bicicleta, que es el distintivo de este precioso y reflexivo tema.

Pero los Beach Boys no dejan así como así de lado el surf, That's Not Me es un tema más convencional en el que la parte instrumental se lleva todo el mérito, es más simple y pegadizo, como el tema más conocido del disco, Sloop John B. (¿Os acordábais de que salía en la banda sonora de Forrest Gump?), o I'm Waiting for The Day, quizá otro de los temas más alegres del disco, y de mis preferidos. Aqui hay de todo: clarinetes, órganos, violines y por supuesto, la reina: la flauta travesera. Hay pocos palos que no toque este Pet Sounds. Y no por ello deja de ser un disco compacto - no es nada irregular, es perfecto en su totalidad.
Por no hablar de los temas instrumentales, una muy Palm Beach-pamelas y mojitos-'69 Pet Sounds, y Let's Go for Awhile.

Y por supuesto, las baladas. La preciosa y a la vez triste (como la definió Elvis Costello) Don't Talk (put your head on my shoulder), y Caroline No, en la que de nuevo habla de los cambios en las relaciones, el desencanto, las consecuencias de crecer.

Las complejas armonías vocales son santo y seña de este disco, como se puede ver en uno de los mejores temas del disco: I Just Wasn't Made For These Times. No sólo es una maravilla musical sino líricamente, Brian Wilson contándonos lo que todos nosotros sabemos: que se adelantó bastantes años a su generación, y haciéndonos sentir a los más engreídos mortales identificados con él "I keep looking for a place to fit where I can speak my mind". Él lo sabía.

Ahora, para mi, y para Paul McCartney, la mejor canción del disco es God Only Knows. Todo lo grande que es este disco se puede resumir a grosso modo aqui: las composiciones orquestales, los arreglos, las letras profundas, las armonías vocales. Y por supuesto, no sólo se queda en algo técnico: es imposible escuchar esta canción y no emocionarse.

Mucho se ha hablado de este disco, se le ha elogiado, se ha desmontado pieza a pieza y analizado detalladamente sobre su influencia en la música posterior. Y a todas estas, me muero de ganas de escuchar el Smile (agotado aun, por lo que parece), el disco que acaban de sacar, pero que fue grabado justo después de este. El listón está muy alto.