"La colaboración entre el actor Anthony Michael Hall y el director John Hughes fue la más prometedora desde la de James Stewart y Frank Capra". Stanley Kubrick.
Teniendo en cuenta que mi siguiente parada en el proyecto sureño es Florida y esta quiero hacerla bien, hago un receso mientras estudio cómo voy a hacerla para hablar de otra cosa.
Justo cuando estaba en mi último año de colegio, llegó a mis manos "El club de los cinco", una peli mítica y típica del canal cinemanía. Fue entonces cuando me adentré verdaderamente en una época que años atrás había rechazado totalmente, tachándola de hortera, decadente e hiper comercial: los años ochenta.
Durante esa época casi todos mis grupos preferidos habían empezado a experimentar con los sintetizadores y la música electrónica, y yo no entendía cómo grupos como Yes, Rush o David Bowie, se podían ver tan, tan atraídos por esa estética y ese sonido, y cómo cambiaban radicalmente (y a peor) su estilo por ello. Después empecé a adentrarme un poco en el post punk y la new wave, conocí a ABC, Spandau Ballet y, supongo que por sobredosis de M80 y lo repetitivos que se ponen, empezó a atraerme algo de ese estilo que años atrás jamás me habría imaginado escuchando.
Respecto al cine, me pasó algo parecido. El club de los cinco fue la primera película que vi de John Hughes
The Breakfast Club (1985)
Cinco chicos eran castigados un sábado en el instituto por distintos motivos. Cada uno identificaba un perfil típico que se ha seguido utilizando en las comedias americanas de adolescentes: El deportista guapo, la pija, el rebelde, la freaky y el empollón. A pesar de sus diferencias, todos ellos están unidos por el archinémesis: el director del colegio, pero también por las dificultades por las que pasa todo adolescente: la presión social, la soledad, la aceptación de los padres... La historia puede ser un poco inocentona y previsible, casi como un cuento de hadas moderno, pero también entrañable y divertidísima.
Sixteen Candles (1984)
Un año antes salió Dieciséis Velas, otra de John Hughes en la que repetían Molly Ringwald (la pija) y Anthony Michael Hall (el empollón). En esta historia, en la vispera de la boda de la hermana mayor de la familia, todos se olvidan del 16 cumpleaños, tan sumamente importante para los adolescentes americanos, de la hermana mediana (Molly Ringwald). Creo que me gustan tanto las peliculas de John Hughes porque me sentía identificada con Molly Ringwald, o más bien, yo quería ser Molly Ringwald. Un poco outsider, siempre creando dramas, y enamorándome del chico más chulo, guay y menos conveniente (Matt Dillon), pasando totalmente de aquellos con quien tenía más cosas en común y a los que interesaba (Anthony M. Hall). También interpretan John y Joan Cusack, y como curiosidad, los Stray Cats tocaban el tema principal de la peli.
Pretty in pink (1986)
La siguiente es La chica de rosa, entonces repetían Ringwald y Hughes. Esta es mi peli preferida de la epoca, la que he visto hasta la saciedad. Creo que lo que más me llama la atención de estas pelis no es que me sintiera identificada o adorara tanto a Molly Ringwald durante mi adolescencia, sino también la estética tan excéntrica de los ochenta. El coprotagonista, Jon Cryer, se convirtió en mi amor platónico (otro loser que se enamora de la protagonista, y que es muchísimo más guay que el príncipe azul, pero que siempre acaba siendo "sólo amigo"), sobre todo por aquella mítica escena en la que bailaba Try a Little Tenderness de Otis Redding en la tienda de música. Yo me habría quedado con Jon Cryer, pero en fin...
Me dejo en el tintero muchas otras películas divertidísimas, mucho más polémicas que American Pie y todas estas comedias de adolescentes que salieron a finales de los años 90 y mucho más auténticas, más naturales, porque para empezar, los actores aparentaban la edad que se suponía que tenían. Estas son Ferris Bueller's Day Off (con Matthew Broderick), Say something (increíble John Cusack), Fast Times at Ridgemont High que por cierto, volví a ver hace poco y me gustó incluso más que la primera vez, Una chica explosiva... ¡hay tantas! y especialmente Pump Up The Volume, que a pesar de ser relativamente tardía (89 o 90) sigue una linea parecida. Con Christian Slater de protagonista, relata perfectamente todas las inquietudes, miedos y desencantos típicos de los adolescentes, aparte de tener una banda sonora con joyas como una versión de Bad Brains del Kick Out The Jams, Love Comes in Spurts de Richard Hell and the Voidods o Everybody Knows de Leonard Cohen.
Como curiosidad, se cuenta que en la vida real, al principio Anthony Michael Hall y Molly Ringwald se llevaban fatal. Pero empezaron a hablar de música y se dieron cuenta de que tenían muchísimas cosas en común y empezaron a salir. Lo que digo, una historia de amor perfecta.