jueves, 27 de diciembre de 2012

PURPLE WEEKEND 2012




Debido a que llevo meses y meses sin internet, mi reseña sobre el Purple Weekend 2012 llega unas semanas tarde, pero no quería quedarme sin mencionar nada acerca de este fantástico evento.



"Hemos venido desde Madrid para ver un concierto de Gentleman Jesse"


Lo que nunca me habría imaginado, ni hace cuatro años cuando me hice con su primer disco, ni esa misma mañana, es que esa misma frase se la estuviéramos diciendo a ellos, a los mismos Gentleman Jesse y a sus hombres, a la salida del hotel donde nos estábamos quedando nosotros... y también el grupo. Y no era para menos, cuando realmente ibamos al Purple Weekend para ver su primera actuación en España, la primera actuación de los reyes del power pop actualmente, de uno de mis grupos preferidos, de quienes, a diferencia de otros grupos a quienes en algun momento he venerado de la escena de garage actual, aun no me han decepcionado ni un poco. Los dos discos que han sacado son una maravilla, y el mérito realmente es que era verdaderamente dificil mantenerse al nivel del primero. Y en Leaving Atlanta, quizá no pudieron superarlo, pero si hacer otro disco redondo, manteniéndose fieles a su estilo pero no calcando la misma fórmula, sino añadiendo un poco más de rabia, madurez, y unas letras que calcaban la decepción y la rabia, entre otros, a la perfección. Como leí en una reseña sobre ellos hace poco, Leaving Atlanta es como el Darkness de Bruce Springsteen: pesimista pero con ansias de salir adelante, a pesar de las adversidades.



Los trescientos kilómetros que hicimos para llegar parecían nada para el cambio radical que vivimos al pisar León. El ambiente navideño, las vespas y las parkas inundaban la ciudad, no se veía otra cosa. Gente de todas las edades: mods con sus hijos pequeños bailando los Nuggets, tiendas de discos con todos los Back from the Grave y la discografía completa de los Monks, cerveza barata y tapas de calidad... viniendo de Madrid era como estar de visita en el paraíso, lo cual hacía aun más especial nuestra visita al Purple Weekend, que tenía un claro objetivo.




The Kik



El cartel de este año era una maravilla. El jueves habían tocado The Kik, una banda holandesa de beat con riffs pegadizos, fáciles y melodías contundentes, muy british invasion con una fuerza extraordinaria... que cantaban en holandés. Lo que a priori es un handicap enorme, deja de serlo al descubrir la calidad tan grande que tienen en directo, lo divertidos que son, y la gran puesta en escena que tienen, con dos guitarristas intercambiandose el papel de frontman y metiendo al público en el concierto, animándonos a cantar, sin excederse en palabrería, haciendo que ninguno de los espectadores pudiéramos parar en ningun momento, incluso deleitándonos con una versión del Soon You'll be Leaving Me de los Roulettes (en holandés también, alucinante) que hizo que me enamorara de ellos al momento. Luego vinieron los Rezillos, y qué decir de ellos... un directo brutal, corto pero intenso, con el único pero gran fallo del sonido, y eso que estabamos en primera fila.

Después de los conciertos de ese día, hubo un "allnighter" en un pub cercano, donde estaban bailando The Kik trajeados, y Gentleman Jesse and his Men a pocos pasos de nosotros, tal y como siempre he imaginado que ocurre en cualquier pueblo de Estados Unidos, en sitios como Memphis, o Atlanta, o Boston, donde hay bastantes grupos de garage y es posible encontrar a algunos de sus componentes bebiendo cerveza a tu lado (o sirviéndotela). Privilegios de que no haya enormes masas de fans persiguiendo a nuestros grupos preferidos.

Unas tapas, litros de cerveza y algunas compras y, casi sin darnos cuenta, ya llegaba el segundo día. Antes de marcharnos, saludábamos al guitarrista de los Rezillos que se estaba quedando en la misma planta de nuestro hotel, como si lo conociéramos de siempre. El primer concierto fue de Bart Davenport con un grupo de Barcelona, "Biscuit", que interpretaron un disco de The Jam, el Sound Affects. El grupo era bueno, y Davenport no tenía una misión sencilla, pese a lo cual estuvo a la altura, pero no soy muy amante de ese disco. Aun así, el directo impecable.




Y luego, por fin! Gentleman Jesse aparecía con su preciosa Rickenbacker y sus hombres se preparaban para empezar. Por fin, después de cuatro años esperándolos estaban aqui. Abrieron con Leaving Atlanta y alternaron temas del disco nuevo (casi todos) con los del primero. Se notaba que no eramos los únicos que estaban ahi por ellos: el público estaba eufórico, el recinto estaba lleno. Y no era para menos, es imposible que alguien haya salido defraudado, la espera mereció la pena, estuvieron a la altura de las expectativas, ya que tuvieron un directo brutal, con un setlist planeado a la perfección. Y en persona son geniales. No podía haber sido mejor.



Después le toco el turno a los cabeza de cartel del día, los Mockers, que reaparecían tras cuarenta años, con un nuevo disco en los brazos. Desgraciadamente, me decepcionaron ligeramente: muchos temas del disco nuevo, mucho homenaje, mucha emoción, muchas palabras que en mi opinión, acabaron con el climax que habían alcanzado Gentleman Jesse y Bart Davenport. No había escuchado los temas del disco nuevo, pero había demasiados errores en los clásicos, sonaban bastante oxidados. Quizá es algo que se solucione con más conciertos.


Y ahi acabó nuestra odisea. No vimos a Roky Erickson por una cuestión de presupuesto, quizá algo imperdonable y de lo que nos arrepintamos en un futuro. Pero ya tendremos otras ocasiones, porque visto lo visto... el Purple Weekend is here to stay!



viernes, 22 de junio de 2012

Bruce Springsteen Madrid (17 jun 2012)

"We know what you guys go through to be there. Makes us work twice as hard." Steve van Zandt, 20/06/2012



La mayoría de nosotros hemos crecido oyendo batallitas sobre enormes, multitudinarios y míticos conciertos que han pasado a la historia del rock and roll. Revisitándolos en DVD, o incluso pegados a una pantalla de 15 pulgadas, hemos soñado con asistir a un Monterey, a un Woodstock, a un concierto de los New York Dolls en el CBGB... lo que fuera. Damos por hecho que ir a un concierto de rock hoy en día resulta algo "descafeinado", a pesar de que algunas reliquias del pasado sigan tocando con la mayor energía que puedan dar o hayan surgido nuevas bandas (revival, en su mayoría) de muy buena calidad. Hemos ganado en accesibilidad, pero no en autenticidad.

Pero ocurrió algo diferente el pasado 17 de junio de 2012. Bruce Springsteen y la E Street Band tocaban en Madrid, y por supuesto, ahí estábamos nosotros (concretamente, un día antes por la mañana, para tener una de las pulseras que nos permitirían ver el concierto desde la tercera fila)








Es alucinante ver la cantidad de gente que venía al concierto y quería hacerse con los mejores sitios. Lo más increíble era hablar con algunos que habían ido a veinticinco, a setenta, a ciento y pico conciertos, o habían seguido toda su gira europea. Al principio lo comentas con tus amigos: "uff, qué locura, eso ya es excesivo". Pero luego te das cuenta y eres consciente de que pocos artistas (quizá ninguno) pueden ofrecer la intensidad y la calidad que ofrece un concierto de Bruce Springsteen.

Después de horas y horas esperando, el único momento insufrible es la última media hora de espera: estar de pie, con muchísima gente alrededor a treinta grados y una sed terrible, no es nada comparado con la emoción de saber que de un momento a otro, aparecerá la banda por el escenario.

Y de repente, aparecen. Aunque hace dos minutos pareciera que no lo iban a hacer nunca. "Hello Madrid!", el público enloquece y suenan los primeros acordes de Badlands. Y apenas sin parar entre una canción y otra, suena No Surrender, una favorita para todos, y ya sabemos que esto no podía haber empezado mejor.
La dinámica de sus conciertos es siempre la misma: alternando canciones del nuevo disco con clásicos, unos más conocidos y otros menos, con la ya obligada presentación de la banda en My City Of Ruins, que en esta ocasión me pareció aun más emotiva que en el anterior concierto, recordando a los que ya no están (Clarence y a Federici)

"And you took my heart when you went away", ya entonces un escalofrío me recorrió todo el cuerpo. Si hay alguien que sepa emocionar, entretener, encantar e hipnotizar, es él.

Todos los conciertos de Bruce Springsteen tienen alguna sorpresa, algo diferente. Tiene un repertorio tan amplio que aunque no toque la canción que esperabas (ejem: Rosalita, Backstreets, Growin' up...), ningun setlist es igual a otro. Y en esta ocasión, se remontó a verdaderos forgotten oldies: nos quedamos a cuadros con Be True. Y con los descartes del Darkness on the Edge of Town: Spanish Eyes, una inesperada Because the Night - incluyendo un magnífico solo de Steven van Zandt - y... Talk to me.
Talk to Me fue una verdadera sorpresa, no sólo por ser una rareza sino por su acompañante en el escenario: Southside Johnny de los Asbury Jukes. Fue un momento terriblemente especial, con los dos actuando encima del escenario con una total camaradería de la que todos eramos partícipes, incluyendo una imitación de Barry White por parte de Bruce.

Madre mía, y lo que aun nos quedaba... Los temas del nuevo disco suenan cada vez más contundentes y mejoran con el tiempo, entre ellos Jack of All Trades, en el que tuvimos la oportunidad de ver un Santiago Bernabeu totalmente lleno e iluminando la enorme grada






Me resulta complicadísimo explicar que sentía en ese momento, al lado de mi hermano y de mi novio, todos mirando con caras de asombro y sin ser plenamente conscientes del gigante espectáculo que estábamos viendo.

Cuando ya han pasado dos horas y media de un concierto tan irrepetible y fuera de lo común por lo intenso y apasionado, estás acostumbrado a que por entonces ya haya acabado o esté a punto de acabar, no esperas que se siga manteniendo el nivel. Para un ser humano, resulta casi imposible imaginarlo, aunque, conociendo como funciona el patrón, sepas que aun falta que se enciendan las luces y empiecen los bises.
Pero en ese momento suena una armónica. The River no podía ser porque ya la había tocado. ¿The promised land? En esos diez segundos nos dio tiempo a especular, y la respuesta no podía ser mejor: Thunder Road, una versión tremendamente magnética y espectacular que todos estábamos esperando, es la que siempre esperas que toque pero no siempre cae. Y a nosotros nos cayó. Por entonces sabíamos ya que este concierto iba a ser mítico, que iba a cambiarnos la vida de alguna manera, que probablemente nunca volveríamos a tener el privilegio de acudir a un evento como este.

Habíamos bailado y nos habíamos divertido como nunca con Seven Nights to Rock, Twist and Shout o Talk to Me, nos habíamos emocionado con The River, que es siempre infalible, Thunder Road o una explosiva She's The One, nos habíamos emocionado con el homenaje a Clarence en Tenth Avenue Freeze Out, y le dimos el absoluto voto de confianza a su sucesor, su sobrino Jake, a quien ya le dediqué mi propia oda de devoción en mi anterior entrada. No es que hubiera sido un concierto completo, es que había rebasado todas nuestras expectativas. Ni el factor edad, ni que tardara media hora en llegar, ni la ausencia de Clarence fue un impedimento para alcanzar la perfección. Acostumbrados a pensar en los músicos de hoy en día como víboras que sólo piensan en ganar más y más dinero, cualquier propósito de trabajar más de lo exigido y dar el cien por cien de su potencial es visto como una auténtica rareza. Y ahí estábamos, ante una banda que nos estaba ofreciendo el concierto más largo de su historia.




"Ya esto no es lo que era", lo dicen nuestros padres, lo decimos nosotros que nos tenemos que conformar con el sonido de los altavoces de nuestros portatiles y una pantalla completa pixelada, lo dicen los propios músicos. Y sabemos que nunca vamos a poder revivir una gira Born in the USA en 1978, ni a Clarence Clemons, Danny Federici o a Keith Moon, pero, mientras haya aun músicos comprometidos, inagotables, y capaces de mover a las masas tal y como hace Bruce Springsteen y su E Street Band, tendremos suficiente.

miércoles, 23 de mayo de 2012

Hello Gran Canaria!!

Hasta que no lo vimos no lo creímos. Durante la avalancha para comprar entradas para los conciertos que daría Bruce Springsteen este año en España, se empezó a correr el rumor de que quizá fuera a Las Palmas. Los periódicos de las islas lo anunciaban con temor, y nosotros, acostumbrados a las decepciones, al sí pero no, al "ahora no hay dinero para financiar algo así", los leíamos con respeto pero con algo de esperanza.

Cuando finalmente se confirmó, aun eramos escépticos, incluso aun con las entradas en la mano. De hecho, no lo asimilamos hasta el momento en el que realmente lo vimos aparecer.


                                          
foto: Jezoar Marrero

Y después de casi tres horas en barco desde Tenerife, diez más esperando y diversos cameos en la televisión autonómica, conseguimos nuestro objetivo: estar en primera fila. Pero aun no eramos conscientes de que no sólo iba a ser el concierto de nuestras vidas: también formaríamos parte de la leyenda del evento mágico que transformó a Canarias, que hace que aun hoy se hable de Bruce Spríntin (segun nuestras reporteras) y se siga hablando durante muchos meses más.

Asi que, armada con un rudimentario cartel en el que le pedía Rosalita, me busqué un sitio privilegiado entre dos personajes de distinta trayectoria pero misma camiseta: la del Born in the USA. Una de ellas, de veinte años, y que sólo conocía la canción llamada igual que el disco que llevaba "puesto"; la otra, una veterana que había ido a cuarenta y cinco conciertos en más de diez años.

Y con media hora de retraso, al fin apareció. Empezaron a sonar los primeros acordes de We take care of our own, y el público se volvió totalmente loco cuando Max Weinberg aporreó la batería - ahora sí que nos creíamos que el Boss estaba aqui. El setlist estaba, como era lógico, lleno de canciones del nuevo disco. Las opiniones están divididas en torno al Wrecking Ball, a mi me parece un buen disco, sobre todo porque hay varios momentos sublimes: la homónima Wrecking Ball, We Take Care of Our Own y la emotiva versión de Land of Hope and Dreams con Clarence. El resto de las canciones me parecen buenas, unas mejores que otras, pero en conjunto me parece un buen disco.
La sorpresa para mi fue Death to my Hometown, no me habría esperado en ningun momento que esa canción sonara tan contundente en directo, ni mucho menos que fuera de las mejores, con todos coreando la línea de la sección de vientos, que sonaban como gaitas. Fue verdaderamente emocionante.

Alternando con los nuevos temas, muchos temas clásicos. Para mi desgracia, ninguno de los dos primeros discos, con lo cual, no hubo Rosalita. Ni Thunder Road. Pero si hubo Bobby Jean y Out in the Street, dos de los temas en los que estaba especialmente expectante por Jake Clemons.



foto: Rolling Stone Larry Marano/Getty Images


Aunque Bruce decidió que en la gira hubiera una sección de vientos, para que el saxofonista no se sintiera abrumado por el duro papel de tener que sustituir a Clarence Clemons, este papel lo asumió Jake Clemons, su sobrino. Obviamente, su nivel técnico es altísimo, pero siempre cabe la duda: ¿tendrá buen feeling con la Band? ¿echaremos mucho de menos a Clarence? Nombraba antes Out in The Street y Bobby Jean porque tienen algunos de mis solos de saxo preferidos, y bien, la impresión que Jake me dio fue mejor de lo que me esperaba. No sólo estaba terriblemente activo encima del escenario, desinhibido pero sin alardes excesivos, demostrando respeto, no sólo a la banda y a Bruce, sino también a quien le precede. Y claro que echamos de menos a Clarence. Es inevitable. Pero Jake es algo mejor que un parche, es un soplo de aire fresco que hace mucho más llevadera su ausencia.

El concierto duró tres horas, y el setlist fue fantástico, aunque echara en falta algunas canciones, evidente teniendo en cuenta la cantidad de joyas que tiene.  Sonó una emotiva My City of Ruins, la potentísima Prove it All Night, Badlands, Two Hearts, Surrender (estas tres últimas rozaron la cúspide de la magia del momento), la inagotable Waitin' on a Sunny Day, donde no faltó la costumbre de sacar a cantar a una niña, dándole a los padres un motivo del que hablar durante las cenas de navidad de los próximos veinte años..
Y The River. Durante la cual tuve que hacer lo posible por llorar y cantar a grito pelado al mismo tiempo.

Por supuesto, no faltaron los himnos: Born To Run, Born in the USA después de muchísimo tiempo sin tocarla en Europa (os reto a adivinar qué pasó con la camiseta de la chica de al lado mio que sólo conocía esta canción), y Dancing in the Dark. Y el último tema: Tenth Avenue Freeze Out, en la que como homenaje a Clarence, fue interrumpida en cuanto Bruce dijo: "And the Big Man joined the Band". Sí, echamos de menos que el Big Man se manifestara a continuación, pero Bruce Springsteen y la E Street Band siguen en pie. Y si bien Jake no es su sustituto y, en fin, nunca será lo mismo sin él, no creo que pudiera haber una opción mejor para ocupar su lugar.

Nada falló ese extraño y mágico día que los canarios nunca olvidaremos.



Por favor, Rosalita. Come out en el concierto de Madrid

domingo, 6 de mayo de 2012

Radios Appear

Radio Birdman - Radios appear (1977)


Poco conozco de la escena musical australiana, pero dada la calidad de Radio Birdman, y muy en especial, de su disco debut, este Radios Appear, no cabe duda de que fueron su grupo emblema durante aquellos años de explosión del punk.

Radios Appear es un disco que describe claramente lo que es el proto punk, el punk, el rock & roll y el surf rock. Reminiscencias constantes a grandes grupos, una calidad musical envidiable, enganche, mucho enganche! e incluso algunos coletazos de ¿jazz? que eran bastante poco comunes en los sonidos de entonces.

Hay unas cuantas reediciones del disco, la mia es la más reciente, creo que de 2002. Como suele pasar con estas cosas, me he acostumbrado al orden con el que lo conocí, y ha sido extraño encontrarme con un Radios Appear de diez canciones en vez de quince y con un orden bastante diferente. ¡Y sin Aloha Steve and Danno, ese mítico tributo a Hawaii 5.0! Pero ha sido interesante ver cómo se planteó en un principio, y esa es la edición que voy a comentar, la original, la del '77.

Un grito gutural abre el disco, es, ni más ni menos una versión de TV Eye de los Stooges, por si teníamos alguna duda de las influencias de Radio Birdman. Dos guitarras, a cual más cruda, con solo de lo más guapo que empieza con una titubeante guitarra, mientras Rob Younger se desgañita la garganta.
El segundo tema es Murder City Nights, un clásico en su carrera, con un riff hiper melódico que es puro rock and roll revisited. Es surf, playa, olas - lo tiene todo. Vemos reflejados a MC5, a los Ramones, a Chuck Berry... es una auténtica maravilla.

No tengo ni idea del Oi!, pero siempre que escucho Anglo Girl Desire me viene a la cabeza: no sólo porque en si la canción es punk rock salvaje y crudo, pero las voces y los coros me recuerdan a lo que he escuchado de grupos como Cock Sparrer o lo poco que he escuchado de Sham 69. Al fin y al cabo, estos grupos eran punk, asi que me imagino que muy lejos no debo estar.
Man with Golden Helmet es un tema bastante atípico en un disco de estas características. Me recuerda vagamente a los Doors, y la incursión de una linea de piano bastante elaborada y la batería le dan un aire jazz bastante curioso.

Descent into the Maelstrom es una de las estrellas del disco: la calidad de las guitarras es muy apreciable en este tema, que se lucen descaradamente, pero sobre todo por la comunicación entre las dos guitarras y los solos (Hola MC5!).
Monday Morning Gunk cambia a un registro más suave, hay un riff post-estribillo de lo más estrambótico para mi, me suena a alguna tonadilla de juegos como el Tekken, o algo por el estilo. Manías...

Do The Pop es pegadiza y divertida, y es la canción culpable de que después de escuchar este disco tenga que escuchar los primeros discos de los Clash - y viceversa. Igual que la que viene otro tema después, Hand of Law (pensando en Brand New Cadillac), con uno de los bajos más guays de la historia y un cambio de tono al estribillo que es total Radio Birdman.
En medio de estas dos está Love Kills, la preciosa balada del disco. El piano sofisticado ha vuelto, y la voz más melódica de Younger también, en oposición a lo salvaje que es durante el resto del disco, para hacer justicia al canto de desamor de los austrayans.

New Race es la última canción del disco: un tema aceleradísimo, un riff apabullante y unos gritos de guerra que vuelven a recordar al Oi!, y en fin, "We are gonna punch you out!!".


Un discazo imprescindible de un grupazo cuya vida, desgraciadamente, fue demasiado corta, pero que sentaron las bases para que muchisimos grupos australianos tuvieran ganas y motivación para crear una pequeña escena, pequeña pero digna de tener en cuenta.

viernes, 6 de abril de 2012

Waddlin' around!

Dentro de la prolífica escena garagera de la última década, uno de los grupos que más me han interesado han sido King Khan & BBQ Show. Dos canadienses que, a pesar de haber tocado anteriormente en varios grupos de su Montreal de procedencia, acabaron asentando su base de operaciones en Alemania. Los caprichos del destino son inescrutables, y a pesar de lo exótico que puede parecer, teniendo en cuenta de dónde vienen y dónde estaba el epicentro de la "escena", fueron poco a poco consolidándose y alcanzando un relativamente importante reconocimiento dentro del mundillo.

Su primer disco fue King Khan and BBQ Show. Goner Records lo sacó en 2005, pero dos años después lo reeditó In The Red Records, y precisamente esta reedición y el bombo que se le dió en su momento hizo que los descubriera, ya que por entonces era una fiel seguidora de todo lo que saliera de esa casa.








Desde que suenan los primeros segundos de Love you So, en los que una ruidosísima batería y una jocosa pandereta abren paso a uno de los riffs más contagiosos de los ultimos años, sin exagerar, te puedes hacer idea del disco que tienes delante. Porque el patrón no varía mucho durante el resto de canciones: un set de temas verbeneros y jocosos, garage de lo más exquisito y una reminiscencia oldies de lo más efectiva, con desde doo woop y el rock and roll, como la clásica Waddlin' around, hasta los más descarados acercamientos al punk más sucio, en Fish Fight o la cabreada Hold Me Tight. En este momento es perceptible que King Khan y BBQ tienen algo que les hace diferentes, son electrizantes y estridentes, y aplican la misma fórmula de garage de siempre, pero hay algo en ellos que les hace especiales. Suenan frescos y jóvenes pero sólidos. Y funcionan.

Por supuesto, a mitad de la cara A aparece la balada Bimbo's Theme, en los que King Khan nos muestra su lado más sentimental, pero siendo fiel al espíritu del disco, con rabia y una voz de calidad discutible.

Outta My Mind es el tema perfecto. Está tan bien estructurado como complementadas las guitarras rítmica y melódica, aprovechando ambas para lucirse de modo especial. Es una maravilla, transmite perfectamente el odio que sufre el pobre King Khan, que se encarga de decirnos directamente durante el solo que su chica "ripped his heart". ¡Puro sentimiento!
Take me back recupera el ritmo jovial de los primeros temas, es un clásico y genuino tema de rock and roll.

En caso de que en este punto se nos baje el pulso, si es que es posible, Pig Pig sale al rescate como el tema más atronador y rápido del disco, dejando que volvamos a tragar saliva con la otra balada, Am I the One, una preciosidad de dos minutos doo wop en la que King Khan se olvida de la pandereta durante un momento.
Y es imposible llegar a aburrirse cuando, ya en el tramo final del disco aparece el tema más poppy y delicioso del disco, Got it Made, antes de despedirse con Lil' Girl in the Woods y Shake Real Low, que cierra el disco de la mejor manera posible: con un temazo que nos hace levantarnos del sillón, marcar el ritmo con el pie y cantar los coros mientras bailamos un poco de rock and roll!

lunes, 5 de marzo de 2012

British Invasion!

Todos sabemos lo que se estaba cociendo a principios de los años sesenta entre Liverpool y Hamburgo. Por supuesto, lo primero que se nos viene a la cabeza es la revolución que supusieron los Beatles, sobra hasta mencionarla. Pero durante sus primeros años, junto a ellos, surgieron multitud de grupos que pivotaban en torno a un sonido y una estética similar, y asi nació la British Invasion, que fue un boom tan fructífero como fugaz no sólo en el Reino Unido sino también en Estados Unidos.

Y es que no sólo los Beatles triunfaron por entonces en los States. Muchos de estos grupos británicos asaltaron las listas de éxitos musicales durante unos pocos años, convirtiéndose en los grandes protagonistas, y sin duda, causaron un fuerte impacto en la juventud de entonces, constituyendo una de las más importantes influencias (con mayor o menor repercusión) del garage rock. La cantidad de grupos y de singles que durante un periodo de tiempo tan corto se dieron a conocer es incontable.










Entre los grupos más famosos y relevantes de la escena, figuraban Gerry and the Pacemakers, cuya canción más reconocida hoy en día es la versión que hicieron de You'll never Walk Alone, el emocionantísimo himno del Liverpool CF. Los Pacemakers, fichados enseguida ni más ni menos que por Brian Epstein, el manager de los Beatles, son el paradigma del grupo de Merseybeat por excelencia: canciones cortas, pegadizas y alegres como las inocentonas How Do You Do It y It's all Right, o el magnífico preámbulo a una perfecta melodía power pop (y mi preferida de ellos) I Like It.
Primerizas baladas R&B como Where Have you Been All my Life, también versionada por los Beatles y por otro grupo de la Invasion que en el futuro será objeto de otro post, los geniales Searchers. Y por supuesto, la versión más rock and rollera con temazos como Pretend.
Gerry and the Pacemakers eran el grupo perfecto de singles, casi cualquier canción es carne de cañón, de ahí que haya una abrumante cantidad de recopilatorios del grupo. Por desgracia, este hecho acaba siendo por lo general una espada de doble filo.







Y es que la British Invasion acabó muriendo por desgaste. Las modas son cíclicas, y excepto los grandes y mejores grupos, liderados, como no, por los Beatles, con un talento excepcional para reinventarse y crear tendencia al más alto nivel, la mayoría de estas bandas se quedaban en aquello que habían sido, aquello que les había hecho populares, que por otra parte no era poco, pero no suficiente como para seguir adelante. Tuvieron su momento, y la oportunidad de grabar multitud de discos, pero nunca pudieron escapar de aquel fantástico y memorable sonido que les hizo triunfar, con lo cual, cuando pasó la moda, fueron lentamente desapareciendo, junto con sus colegas, de las listas de éxitos y pasando a un segundo plano. Pero dejándonos un legado de incuestionable valor, nuestros forgotten oldies.

jueves, 9 de febrero de 2012

University Stories: Primero (Nuggets + Chocolate Watchband)


El motivo principal que me ha mantenido alejada de la blogosfera ha sido el que ocupa la entrada de hoy y de las siguientes: la universidad. Y con este especial, pongo fin a ese ciclo definitivamente, para abrir paso a otro que cada día parece más complicado y sabiendo que, aunque las perspectivas de futuro sean oscuras como poco, siempre estará el rock and roll para hacernos olvidar lo que ahora nos espera.
Durante mis años de universidad pasé por varias etapas y obsesiones musicales: de hecho recuerdo las cosas que hice cada año, y dónde estaba, por la música que escuchaba cada uno de ellos. Desde el garage más elemental al post punk más elaborado y rocambolesco en mi primer horrible año en la Facultad de Derecho, hasta llegar al punk más primigenio y básico (sí, mi evolución no tiene ni orden ni cordura), e incluso, coqueteando con la new wave más histriónica y decadente de los años ochenta.

Y en medio del desastre que fue mi primer año, marcado por la desilusión y el odio hacia mi carrera, descubrí algo que compensó con creces todas aquellas mañanas y tardes perdidas vagabundeando por las distintas cafeterias y la sección de biografias de la biblioteca: el recopilatorio de los Nuggets: Original Artyfacts from the First Psychedelic Era (1965-1968)









Este recopilatorio no sólo me descubrió una mina de oro enterrada y totalmente desconocida para mi, sino a algunos de mis grupos preferidos, y sobre todo, el estilo de música más perfecto que he podido conocer. En un principio me pareció una mezcla entre la inocencia de los pajaritos, árboles y cielos claros de Billy J Kramer and the Dakotas o Gerry and the Pacemakers y toda la British Invasion en general, clarísima influencia del garage, mas el toque americano que tantos british habían ansiado conseguir. Y todas las canciones (teniendo en cuenta que eran el ejemplo de lo mejor que había entre lo habido), eran diferentes, en ocasiones extremadamente diferentes. La versatilidad del garage. Porque entre los Seeds o los 13th Floor Elevators y los Amboy Dukes hay un universo.

Guitarras rápidas, teclados desquiciantes, blues, beat, soul, y los Beatles y los Kinks y los Animals. Instrumentos indios, rock and roll, mucha potencia, y rabia. Y para mi, lo que tenían estos americanos adolescentes que estaba descubriendo es lo que le faltaba a los grupos del Merseybeat que tanto adoraba: esa rabia que les hacía aporrear todo lo que pillaran, hasta una pandereta, como Captain Beefheart en Diddy Wah Diddy.


Lo más extraño es que descubrí los Nuggets por uno de los grupos que tienen varias canciones en el recopilatorio: Chocolate Watchband. Y de la manera más extraña posible: un disco de versiones llamado Inner Mystique







Inner Mystique es la vertiente más psicodélica de Chocolate Watchband, tiene un toque arabesco y exótico, típicamente psicodélico (aun sin desviarse del rock and roll) que le aleja del sonido de cualquier otro disco firmado por ellos. Está formado por básicamente por versiones, y no de temas cualquiera, de tal calibre como:

In the Past - Es mágica la versión original, de We The People
I'm not like everybody else - The Kinks
Medication - The Standells
It's all over now, Baby Blue - Bob Dylan
I am no miracle worker - The Brogues

Apuesta arriesgada, ¿no? Teniendo en cuenta que muchas veces las versiones tienden a ser o extremadamente parecidas a la original y aportar muy poco, o a ser extremadamente diferentes y ser una locura, directamente - el caso de Inner Mystique es como el de muchos grupos de garage de la época: al final acabas dudando si el alumno ha superado el maestro. Qué bien queda ese sitar en I'm not like everybody else.

Lo mejor de todo esto es llegar al momento típico de escepticismo con este tipo de grupos: "seguro que el resto de discos son una basura", o "no creo que pueda soportar ese instrumento tan raro otro disco más". Pero, haciendo gala de una gran versatilidad y talento, los otros dos discos de Chocolate Watchband -el primero, No Way Out (1967) y el tercero, One Step Beyond (1969)- son dignos de mención, en especial el primero, un disco de garage rock mucho más accesible y con temas tan brutales como Are you gonna be there o Let's talk about girls. No es de extrañar que estos dos temas y otro más (Sweet Young Thing) salieran en el mejor recopilatorio de los primeros años del garage.