lunes, 22 de octubre de 2018

Careful what you wish for


Durante mi época universitaria viví en una residencia en la que mataba mi tiempo libre y mi exceso de energía en el gimnasio. Era un zulo improvisado con dos máquinas de correr, dos bicis y un par de sets de pesas en un bajo sin ventanas. Durante cincuenta minutos desafiaba a la Ana del día anterior y escuchaba música en mi viejo iPod de 8 gigabytes a todo volumen.

Fue en esa época en la que descubrí a Gentleman Jesse, a Reigning Sound, Jay Reatard, The Oblivions, The Strange Boys y a los Black Lips entre otros: música reciente que me daba esperanzas en que el Rock seguía vivo y que, después del disgusto de haberme quedado sin ver a Love y a Arthur Lee en Málaga justo antes de morir, aún podría disfrutar de ver algún concierto de gente joven, capaz, y con energía.

Recuerdo haber visto la portada del primer disco de Gentleman Jesse en un blog y que se me viniera a la mente el This Year’s Model de Elvis Costello. No sé ni siquiera si leí la reseña, pero el habérseme cruzado Costello por la cabeza fue determinante para hacerme con el disco enseguida.













 No fue el destino ni había que ser un genio para encontrar el paralelismo entre ambas portadas: la de Jesse es un calco de la de Costello


Y varios días a la semana escuchaba el disco de Gentleman Jesse de principio a fin en mi máquina de correr. No es que fuera mi actividad preferida ni de lejos, pero era lo único que una estudiante de veintidós años podía permitirse: correr en un zulo sin ventanas.

En esos cincuenta minutos había días que escuchaba el disco y reflexionaba sobre cualquier preocupación de veinteañera que me rondara por la cabeza, que en esa época eran de este estilo: el no saber si estaba estudiando lo que quería, la oscura perspectiva laboral que teníamos los que entrábamos en el mercado en plena crisis económica, mi relación del momento… Todos mis pensamientos estaban regados de una incertidumbre y una inseguridad que, a pesar de todo, a esa edad, me veía absolutamente capaz de afrontar. Otros días que me sentía especialmente furiosa, o intensa, enchufaba el Blood Visions de Jay Reatard y directamente ponía mi mente en blanco. Esa descarga de adrenalina era necesaria y, reconozco que Memphis y Atlanta jugaron un papel clave en mis últimos años de carrera.

Unos ocho años después, ayer, sábado 20 de octubre de 2018, me encuentro ante la máquina de correr de nuevo. Esta vez parece que he evolucionado: estoy en un gimnasio de alto standing (comparado con el zulo) con vistas a mi ciudad, y con un móvil bastante decente con el que puedo escuchar música.

Por un simple twist of fate, me encuentro en mi lista de reproducción el Leaving Atlanta de Gentleman Jesse and His Men, de 2012. Como siempre yo tan práctica, recuerdo que según lo lanzaron compré el vinilo (sin tocadiscos a mano, esperando a llegar a casa de mis padres a 1.500 kilómetros para escucharlo tranquilamente), que venía con una clave de internet para descargarlo. Me valía así.

En el primer disco (Gentleman Jesse and His Men, 2008), la mayor parte de las canciones invitan a fiesta y hablan de chicas, las líneas de guitarra se persiguen alegremente y los estribillos son contundentes ejemplos de power-pop. Sólo puedes pensar en la cantidad de veces que habrán escuchado a Paul Collins y a Nick Lowe tirados en un viejo sofá de un garage.

Pero en Leaving Atlanta algo cambia. Este nuevo proyecto de primeras suena más nítido (y no es solo porque mi móvil suene mejor que mi viejo ipod), y mediante las letras se detectan fácilmente la ira y el abatimiento. Definitivamente, es un disco más maduro - si bien se mantiene la espontaneidad y la frescura del primer disco “¡Hey! ¡Seguimos haciendo Power Pop!”, Gentleman Jesse ha evolucionado y esperan que nosotros lo hagamos con ellos, y abren paso a una dimensión distinta conservando su esencia. Aun así, recuerdo sentir cierta confusión al escucharlo por primera vez, y a pesar de ello, me enganchó al instante.

Así que ahora estoy yo, la Ana del presente, en mi sofisticada máquina de correr con televisión incluida y mi iphone de última generación, escuchando el segundo disco de mis queridos Gentleman Jesse.

Según empiezo a dar mis primeros pasos soy consciente del deja vu y sonrío, mientras sigo avanzando hacia la nada que me ofrece esa cinta que se mueve incesantemente a nueve kilómetros por hora. ¿Cuántos años llevaré sin escuchar este disco? Deben ser varios, porque según suenan los primeros acordes de Eat You Alive siento esa extraña excitación que evoca el recordar una situación remota pero perfectamente reconocible, algo así como cruzarte en la calle con alguien que lleva ese perfume que rememora un momento determinado, algo especial.

Según pasan las canciones, voy sintiéndome parte de Jesse y sus chicos al verme reflejada en el abatimiento que una ciudad puede causarte, en las circunstancias que hacen que durante una larga temporada te acomodes en la desidia generada por el aburrimiento del día a día, la falta de motivación o de actividad, o, quizá simplemente por giros del destino que, a priori, parece que van en dirección contraria a aquellos objetivos por los que has estado trabajando día a día todos estos años. Y por un momento me retrotraigo a 2010 y vuelvo a tener veintidós años.

Y sigo corriendo en mi máquina con dirección a ninguna parte. Y pensando en escribir esto según llegue a casa, y en lo absurdo que me parece que después de seis años sin publicar en mi blog, la primera reseña sea sobre el gimnasio. Y en si dentro de ocho años, volveré a encontrarme con Gentleman Jesse y mi estilo de vida será aún más sofisticado, pero la incertidumbre seguirá ahí. Y, finalmente, acabo llegando a la conclusión de que lo que verdaderamente echo de menos, y lo que necesito, es escribir para expresarme. Perder unas horas decidiendo cómo contar algo. Por muy banal que sea el tema.

Como correr.



Aqui la Ana de veintidós años con "His Men", la otra mitad de Gentleman Jesse. ¿Y Jesse? Sacando la foto

2 comentarios:

Juanjo Mestre dijo...

A mí no me parece absurdo escribir sobre ello. Es más, he disfrutado muchísimo leyéndote después de tanto tiempo. Besos.

anna van anna dijo...

JJ, acabo de leer tu comentario justo ahora, meses después de haberlo publicado! Muchas gracias por el feedback, no sabes lo apropiado que resulta justo en este preciso momento. A simple twist of fate, imagino... Besos, crack!