jueves, 30 de junio de 2011

Knocking on heaven's door

Esta noche han vuelto a poner en TCM Pat Garrett y Billy el Niño. Siempre que la ponen dejo todo lo que estoy haciendo y me pongo a verla, porque soy repetitiva hasta la saciedad y nunca me canso.






Es un western moderno, de 1973, cuando ya el género estaba en declive. Siendo Sam Peckinpah uno de mis directores preferidos, por su dureza, lo directo que es, su violencia explícita e implícita, y la macarrería de sus personajes, enseguida llegué a esta película.

Siempre que hablo de esta película, hay dos cosas que digo como introducción, para convencer a alguien de que la vea:

1. Es la mejor película sobre la amistad que he visto en mi vida
2. Bob Dylan es el peor actor de la historia

Durante más de la mitad de la película tengo esa estúpida media sonrisa que se me pone cuando me quedo demasiado embobada con algo o me gusta alguien, que tengo que forzarme a mi misma para quitarla. El momento en el que Billy se prepara para escaparse de la oficina del Sheriff, mientras canta y todo el pueblo le escucha. Los pequeños detalles que demuestran la torpeza de Billy, su humanidad, como cuando se cae del caballo antes de fugarse, o cuando se equivoca de dirección al irse...

La forma de retratar la amistad entre Pat Garrett y Billy el Niño es preciosa. Casi al comienzo, cuando alguien le dice a Billy que por qué no mata a Pat, el le dice: "Porque es mi amigo". Más allá de las fechorías de Billy y el deber de Pat como sheriff de acabar con él, está la amistad y la lealtad que en un pasado les unió, que es palpable aun cuando son enemigos ahora, en las escenas en los que interactuan juntos (gracias también a la tremenda interpretación de James Coburn y Kris Kristofferson). La relación entre estos dos personajes es entrañable y tan fuerte que, cuando finalmente Pat traiciona a Billy, es como si se estuviera traicionando a sí mismo.
"La ley es una cosa curiosa, ¿eh?" dice Billy en una de las secuencias.

El resto de los personajes son los típicos de los westerns: duros, con la bandera de la hombría por delante, con un código de honor más que reprochable (como Alamosa Bill, que en los duelos "nunca cuenta hasta diez").
De fondo se escucha la música de Bob Dylan, que además es una de las bandas sonoras más oportunas y redondas que he oido nunca, se integra como un protagonista más, crea una unidad compacta con el desarrollo de la historia y los escenarios, dando una sensación de tranquilidad y vitalidad dificil de dar a una película como esta. Estoy segura de que habría tenido un tono totalmente diferente si no hubiera sido por esta banda sonora.

En resumen: Peckinpah, aunque fueras de tio duro, yo sé que para crear una maravilla como esta tenías que tener una sensibilidad excepcional. La próxima vez que la echen en la tele volveré a dejar de hacer cualquier cosa que esté haciendo para verla.

6 comentarios:

Piru dijo...

Bueno bueno anita estás poniendo los listones muy altos con Peckinpah ehh, la verdad es que es un director genial, un tio que debía estar como una cabra, y los westerns crepuscularestienen mucho encanto!

anna van anna dijo...

Peckinpah era un bestia, es la leche. Es que todos los buenos directores tienen un punto psicópata pero encantador :) tal como a mi me gusta jaja, un beso!!!

Al dijo...

Que canal el TCM! Es que es un peliculón, aprecie mucho de la peli como tu el valor de la amistad que ya trató en Grupo Salvaje (que no te voy a destripar, aunque tengo ganas de hacerlo), aunque lo hace de diferente manera. Y me encantó como me explicaste la última escena (que no había pillado) cuando Pat le pega un tiro a un espejo en el que se ve reflejado porque habiendo muerto Billy algo de él también había muerto. Joder como mola esta peli. No solo te doy las gracias por habérmela recomendado sino por la entrada en tu blog ;)

anna van anna dijo...

Ya, hay algo en este planeta que no quiere que vea Grupo Salvaje, supongo que será todo maniobra de mi madre que dice que hay demasiada violencia en mi cabeza :( y por cierto, ya has destripado diciendome eso!!!!

Me alegro de que te haya gustado tanto :) un beso!

El Bueno de Cuttlas dijo...

Es una gran película, uno de los mejores westerns crepusculares del cine y de Sam Peckinpah. La música de Dylan es formidable (su actuación no tanto, pero como casi no habla da el pego). Siempre recuerdo esa gran escena donde James Coburn ha de acabar con tres antiguos compañeros suyos, hieren a su amigo mejicano y este se va a la orilla del río con el sol ocultándose en el horizonte. Y suena la canción de llamando a las puertas del cielo. Excepcional.

Un saludo

anna van anna dijo...

Gracias por comentar! Sí, la verdad es que lo poco que recuerdo que dijera Bob Dylan en la película es algo como "judías, habas..." repetidamente, una escena divertidisima por cierto.

Esa escena de la que hablas es también de mis preferidas, es impresionante.

Un saludo